Hijos del Mal
Los pensamientos son de los hombres,
esos jamás nos los podrán arrebatar.
No nos separen más por colores,
lo único que nos diferencia es el metal
para el mundo, emitiendo los hijos del mal.
Suben los precios, bajan las cuotas,
el ser humano se empieza a congelar.
Somos su “Cena de los Idiotas”,
para ellos sólo somos hijos del mal.
Seguimos emitiendo desde el mismo lugar.
Comienza un nuevo día en la humanidad,
dicen en las noticias que ha explotado algo en Irak.
Después del desayuno, abro Internet
y así nos entretienen hasta la hora del café.
Comemos algo en el trabajo, un poco antes de las 3,
hacemos horas extras porque hay que llegar a fin de mes,
y a los hijos de nuestros hijos nada vamos a dejar,
el orgullo de la lucha, somos los hijos del mal.
Los prisioneros de la prudencia,
de la desidia, el consumismo y el Prozac.
Agonizamos contra las cuerdas,
mientras de fondo suena ya el último vals
para el mundo, emitiendo los hijos del mal.
Los hombres y mujeres salen a cenar,
las luces ya se encienden dibujando la ciudad.
Y ahí llega el conflicto actual del ser humano,
que tiene que elegir entre “La Voz” o “Gran hermano”.
Nos apretamos bien los ojos para no ver lo que hay,
mientras bailamos como idiotas al ritmo del “Gangnam Style”.
Nos vamos a la cama y el pijama gris del caso omiso
nos prepara para un nuevo, nuevo día en el paraíso.
Y mientras los hijos del mal luchan con el sudor,
contra el frío, contra el hambre, con el pan.
Los que se proclaman como dioses en la tierra
buscan ya nuevos planetas que habitar.
Viajan los señores de la guerra,
y llegan nuevas pandemias para poder financiar
su inminente viaje a las estrellas,
su mensaje en la botella, su éxodo particular.
Ellos no van a mirar atrás,
somos hijos del mal.
Ellos no van a mirar atrás,
somos hijos del mal.